La nota revoloteó por el cielo neoyorkino, zarandeada
por los vaivenes del aire y las corrientes creadas por un taxi amarillo
al pasar a toda velocidad entre una manzana o una puerta abriéndose y
cerrándose con fuerza cuando un trabajador sale una mañana de martes a
empezar su jornada laboral. La nota revoloteó y terminó por aterrizar en
las calles aledañas al banco de la Reserva Federal, donde la vio un
paseante. Al ver su contenido, se la entregó, alarmado, a uno de los guardias que vigilaban la puerta del banco. A él también le alarmó el contenido -solamente cinco palabras y dos números- e intentó ponerse en contacto con las oficinas de las Torres Gemelas para ver qué estaba pasando.
No obtuvo respuesta. Las Torres Gemelas ya no existían. Era el 11 de septiembre de 2001 y el mundo acababa de cambiar para siempre.
Once años después, el mundo sigue tan impredecible como nos lo dejó
aquel martes. Prueba de ello es que ni las vidas de los familiares de
aquellas víctimas siguen tranquilas. Hace un año esa misteriosa nota resurgía para cambiar por competo lo que la familia Scott sabía de la muerte de Randy, marido y padre de tres hijas, en las oficinas de Euro Brokers Inc. de las Torres Gemelas.
"Había pasado diez años con la esperanza de que Randy no se hubiera
quedado atrapado en el edificio", confiesa la viuda Denise, de 57 años.
Su hija mayor, Rebecca, de 29, añade: "Pensaba que había muerto en el acto".
Alexandra, la pequeña, de 22: "Estaba tan cerca del impacto...".
Se cumplen 11 años del terrible atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York de 2001.
El derrumbe de la torre sur (AP)Esa
era la idea con la que los Scott habían enterrado a Randy e intentado
seguir con sus vidas. Randy murió en el acto, no sufrió, no se enteró de
nada. Pero entonces, en agosto de 2011, el trocito de papel apareció en
sus vidas. "Planta 84. Oficina Oeste. 12 personas atrapadas" decía. Y, debajo, un gran manchurrón negro. Una gota de sangre, la de Randy,
la que permitió que, años después y con el perfeccionamiento de la
tecnología para hacer pruebas de ADN, revelar la verdad a la familia
Scott.
[Relacionado: La amistad de dos madres enfrentadas por el 11-S]
Esto es algo normal: a veces la nueva tecnología permite descubrir
más información sobre una víctima el 11-S, o se encuentran los llamados "fragmentos" (objetos relacionados a la víctima, o restos mortales).
Muchas familias han pedido no ser llamadas cuando surjan novedades
porque prefieren dar el asunto por cerrado. Denise no. Aunque la
decisión tenga consecuencias como estas.
"Llegó. Diez. Años. Tarde", enuncia la viuda en una cadencia
extremadamente lenta para dar énfasis. "Se acercaba el décimo
aniversario y me estaban pidiendo que reprodujera toda la historia. Ya fue duro entonces recibir esa llamada. Y ni siquiera para aportar algo nuevo, es para cambiarlo todo".
En enero de 2012 el padre de Denise murió. Decidió que era un buen
momento para contarle la historia a sus hijas. Que su padre había muerto
sufriendo aquel día. "Rompí a llorar porque era claramente su letra",
recuerda Rebecca. La nota no solo cambiaba su vida, sino la de las otras
11 personas a las que aludía. "Todos esperábamos que hubiera muerto en el impacto porque de esa forma no habría sufrido",
añade Alexandra. "Saber no solo que estuvo atrapado, sino también lo
que tuvo que pasar... Y conocíamos a la gente de su oficina también.
Tenían niños y familias y debían estar aterrados".
La nota se quedará en el destino en el que lleva desde hace años, tras su paso accidental por el banco de la Reserva Federal: el Museo del 11-S en Nueva York.
En palabras de su comisaria, Jan Ramirez: "Estamos increíblemente
orgullosos de mostrar un documento que se escribió en las Torres Gemelas
y terminó llegándole a su mujer y tres hijas. Creo que será una de las
piezas más poderosas del museo".
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