Fue una delicia, el triunfo de la calidad y de las
ganas de competir. Una triple corona histórica. Nada más arrancar España
mostró sus credenciales y personalidad pese a que Italia quiso mostrar
atrevimiento con el primer disparo. Balotelli rozó con Ramos, que hizo
el primer disparo en una falta y cabeceó un córner forzado tras una
buena internada por banda de Alba. El primer cuarto de hora fue el mejor
de España con Del Bosque: toque de balon de España, paciencia y
verticalidad. Con esa receta llegó un golazo espectacular de Silva.
Iniesta se asoció con Cesc, centró desde la línea de fondo para que
David cabeceara en carrera. Con Xavi, Iniesta, Fabregas, Silva uno se
pregunta si realmente se necesita un '9'. Porque son tan excelsos que
fabrican goles atacando tres contra siete o dos contra cinco.
Italia no se amilanó, regalando a Europa una final intensa y
preciosa. Chiellini, el capo que estaba fallando y daba facilidades, se
fue lesionado por un Balzaretti que normalmente suele dejar espacio a su
espalda. El cambio le vino bien al bloque de Prandelli, que fue
creciendo en ataque y ganó profundidad. Italia se levantó, empezó a
robar la bola y equilibró el partido por unos minutos. Del Bosque era
consciente de que crecía en torno a la pelota, circulando con paciencia,
sin perderla.
El timón de Xavi
Para eso era necesario que Xavi siguiese en plan mariscal, ganando
continuamente a Pirlo, al que el mediocampo español apagó con sus
ayudas, y De Rossi. El catalán llegó serio, consciente de que era el día
que más lo necesitaba la Roja. Un genio quizá irrepetible, el jugador
más grande que lucido la camiseta roja en toda la historia. Sus pases
son poemas de nuevas alegrias y en uno Jordi Alba mostró su capacidad
para competir en los 60 metros lisos antes de fusilar a Buffon. Esprintó
y no se arrugó ante Buffon, al que doblegó con la calidad del mejor
ariete. Un 2-0 ante esta España, que lleva 70 partidos sin desperdiciar
un marcador, era demasiada losa para la Italia más ofensiva que se
recuerda y que cayó sin dar una sola patada.
Al volver del vestuario Di Natale y Cesc probaron su acierto, pero
Casillas siempre se mostró seguro consciente de que en las finales nunca
encaja. Iker tuvo que aparecer tras el goles y como siempre estuvo
soberbio. Como su amigo Xavi sabe que el que el prejuicio de lucir
guantes quizá también le deje sin Balón de Oro.
Del Bosque sustituyó a Silva por Pedro, amplitud y presión. Además, a
Prandelli todo le salía mal: metió a Motta, se quebró y dejó a Italia
en inferioridad númerica. En la futbolística llevaba viviendo todo el
partido. Xavi volvió a tirar de manual, retrocedió en el tiempo y
asistió a Torres que marcó el 3-0. El Niño se coloco co-pichichi de la
Euro pero en la siguiente que tuvo no fue egoísta y regaló el gol a
Mata, que aprovechó sus primeros minutos en la Euro con un gol. El
asturiano le ha ayudado en sus malos momentos en el Chelsea y quiso
premiarle. Y es que así es este equipo, el que tiene valores de equipo y
compromiso. El que no hace biscotto para eliminar a un rival
complicado, al que luego golea en la final. El que celebra el triunfo
con sus pequeños correteando por el césped. Los hijos de los bajitos,
que curiosamente son los más grande de este deporte.
Un momento irrepetible
Esta generación de futbolistas han sido los artífices estos años de
grandes alegrías de un país que está muy lejos de ocupar la posición
predominante que tiene su fútbol. En el inicio de julio de 2012 no se
valora lo que esto significa. Quizá parecerá mentira cuando lo lean en
las hemerotecas dentro de muchos años. En la vida muchas veces no se
llega a ser consciente de estar viviendo algo irrepetible, una
experiencia que marcará una vida y quizá no se repita nunca. Es
necesario disfrutar con lo que hace sólo un tiempo parecía imposible.
Por eso, hay que dar las gracias a las personas que hacen posibles los
momentos de felicidad. Gracias por todo, de corazón.
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